miércoles, 11 de mayo de 2011

MITO VERSUS REALIDAD: La Atlántida


01. Introducción. ¿Qué es la Atlántida?

     La Atlántida, también conocida como Atlantis, es una ciudad-continente perteneciente a una leyenda de 2500 años de antugüedad. Situada en el Atlántico, la gente de Atlantis poseía una avanzada cultura y tecnología pero que se perdió de un modo súbito cuando ésta se hundió en el mar sin dejar ni rastro.


     Es por esto último que se la considera una leyenda. A partir de que se sumergió en el océano, han surgido innumerables historias, más propias de relatos fantásticos y de ciencia ficción que de la vida real, como es el caso de el supuesto "Rayo de Poseidón" o naves espaciales. 


02. Civilización marítima. 

    Lo que más ha destacado siempre a la ciudad de la Atlántida han sido dos aspectos: su avanzadísima tecnología, que se encuentra desaparecida; y que está sumergida en el fondo del océano.
    Las historias sobre la Atlántida, aunque sea a Platón a quien se atribuyen, estaban mezcladas hasta su médula con la mitología griega de aquellos tiempos.

    Se dice que la Atlántida fue una porción de tierra emergida de las profundidades del mar, que cuando los dioses se repartieron el mundo, fue a formar parte de las riquezas de Poseidón, dios del mar, según la mitología griega. 
Poseidón


     En esta isla vivía Clito, una muchacha huérfana de la que se enamoró el dios. Movido por lo celos, Poseidón transformó la colina donde se hallaba la joven, en una fortaleza despedazando el terreno circundante y alternando zonas de mar y tierra en tres círculos concéntricos. Después embelleció la parte interna de la isla e hizo surgir dos fuentes, una de agua fría y otra de agua caliente. De la unión entre Poseidón y Clito surgieron diez hijos varones, el mayor llamado Atlas (gigante mitológico que lleva el mundo a sus espaldas) fue nombrado rey por sus hermanos, encargando éste, a su vez, el gobierno de una parte de la isla a cada uno de ellos.

     El subsuelo era rico en minerales y metales entre los que se hallaba el rarísimo oricalco u orihalcón, una aleación de cobre parecida al latón, que brilla como la plata cuando se pule. Poseidon encargo a uno de sus herreros realizar un anillo especial para el y su esposa, tan valido a su vez para todo sus descendientes. Lo llamo el Anillo Atlante. El modelo auténtico fue descubierto en El Valle de los Reyes en 1860.

    El anillo original, antiguo de más de milliones de años, es de gres de Asuán. La tradición nos dice que el original fue fabricado por los Atlantes, y su secreto fue transmetido a los egipcios. Es un talisman muy poderoso en sus cualidades tanto curativas como telepaticas y muy poderoso contra las malas artes. Fue creado para proteger a su pueblo y tambien como distincion del rasgo y raza de esta humanidad por hoy perdida.

   En Atlantida tampoco escaseaba la leña, pastos, plantas aromáticas, flores y frutas. Con tal riqueza natural a su disposición, los atlantes erigieron grandiosos templos y bellos y esplendorosos palacios. Construyeron puertos en las zonas anilladas de mar que rodeaban la capital para conectar el palacio real con el exterior y excavaron un canal circular en torno a las construcciones internas.


    Se levantaron cientos de pueblos en las colinas, mientras que la región de la capital estaba en la llanura: un círculo plano, tan perfecto que parecía estar confeccionado con un torno. El palacio real se erguía sobre la isla más interna, rodeada ésta por una muralla construida con los tres tipos de piedra de la isla: blanca, roja y negra. Otros edificios de la ciudadela se habían alzado con piedras de color, creando un extraordinario efecto cromático. El palacio real estaba protegido por tres muros, el exterior estaba revestido de cobre y el interior de estaño y, finalmente, estaba rodeado por otro muro de oricalco que desprendía reflejos de fuego visibles desde el mar. En el centro de la ciudadela podía contemplarse el templo consagrado a Clito y Poseidón, protegido por un muro de oro: en este lugar se llevaban a cabo los sacrificios en honor al rey.

El techo era de marfil con ornamentos de oro, plata y oricalco que también revestía las columnas y el suelo de gran edificio. A sus alrededores se hallaban cien estatuas que representaban las Nereidas, ninfas de las aguas, a lomos de los delfines, y en el centro una gigantesca estatua de oro de Poseidón sobre una concha tirada por seis caballos alados.

En la acrópolis se encontraban innumerables fuentes cuyas aguas procedían de manantiales fríos y calientes, con propiedades medicinales y curativas, que se llegaron a asociar incluso con la eterna juventud. Alrededor de ellas se habían construido termas y sistemas de conducción para hacer posible el abastecimiento de agua en toda la isla.

El enorme poder que Zeus había concedido a la isla Atlántida era inmensurable; y mientras la naturaleza divina se perpetuó entre ellos, los atlantes se mantuvieron fieles a sus leyes y no se dejaron corromper por el lujo y el poder, ya que eran conscientes de que los bienes sólo crecen acompañados por la virtud y desaparecen cuando el hombre es demasiado codicioso. 

Cuando con el tiempo, los atlantes perdieron esta virtud y cayeron en la codicia, la corrupción y otros comportamientos indebidos, los dioses decidieron castigarlos. Tras una gran discusión sobre la pena más adecuada, Poseidón, dueño de la isla, decidió que debía ser él quien los castigara; enviando así la ola que causaría la inmersión de la isla.

A partir de aquí, desde la edad moderna-contemporánea se han ido creado hipótesis que expliquen esta leyenda, y los hay que además fantasean de un modo aún más descabellado que la propia leyenda.

Como es el caso de aquellos que afirman que, una vez hundida la ciudad-continente, los habitantes permanecieron en ella a pesar de todo, ya que su avanzada tecnología les permitió continuar con su existencia aún bajo las aguas, donde el esplendor de su desarrollo llegó a su cima; o incluso evolucionaron hasta convertirse en tritones y sirenas, por mera vida en las aguas acompañada de su gran tecnología les permitió el cambio.

03. Nacimiento y caída de la Atlántida: los orígenes del mito.

     Los primeros datos escritos que se conocieron, y son de los de mayor antigüedad, provienen de escritos del filósofo Platón; concretamente habla de ella en dos de sus diálogos, que son el Critias y el Timeo. En ellos, presenta la Atlántida como una isla-continente sumergida, defendiendo este fenómeno como suceso histórico basándose en fuentes egipcias. 
Dicha ciudad era perfecta en su totalidad, una ciudad ideal, cuya profundización la realizaremos a través de un vídeo explicativo de la Atlántida según Platón.



     A continuación, los fragmentos de los diálogos de Platón que hablan sobre la Atlántida.

- Fragmento del Texto TIMEO.

Al principio del Diálogo, Sócrates menciona la discusión del día anterior sobre la sociedad "perfecta", (Platón hace aquí referencia a su obra "La República", escrita unos años antes). Sócrates, ante las discusiones hipotéticas de sus estudiantes, les propone una tarea: ejemplificar la perfección de una sociedad que vive de acuerdo con los preceptos expuestos en "La República" y que entabla una guerra justa.
Critias responde diligentemente a la sugerencia del maestro e inicia su explicación:
    CRI.-- Escucha, entonces, Sócrates, un relato muy extraño, pero absolutamente verdadero, tal como en una ocasión lo relataba Solón, el más sabio de los siete, que era pariente y muy amigo de mi bisabuelo Drópida, como él mismo afirma en muchos pasajes de su obra poética. Le contó a Critias, nuestro abuelo, que de viejo nos lo relataba a nosotros, que grandes y admirables hazañas antiguas de esta ciudad habían desaparecido a causa del tiempo transcurrido y la destrucción de sus habitantes, y, de todas, una, la más extraordinaria, convendría que ahora a través del recuerdo te la ofreciéramos como presente, para elevar al mismo tiempo loas a la diosa con justicia y verdad en el día de su fiesta nacional, como si le cantáramos un himno.
    SÓC.-- Bien dices. Pero, por cierto, ¿no explicaba Critias cuál era esta hazaña que, según la historia de Solón, no era una mera fábula, sino que esta ciudad la realizó efectivamente en tiempos remotos?
    CRI.--Te la diré, aunque escuchada como un relato antiguo de un hombre no precisamente joven. Pues entonces Critias, así decía, tenía ya casi noventa años y yo, a lo sumo diez. Era, casualmente, la Kureotis, el tercer día de los Apaturia. A los muchachos les sucedió lo que es siempre habitual en esa fiesta y lo era también entonces. Nuestros padres hicieron certámenes de recitación. Se declamaron poemas de muchos poetas y, como en aquella época los de Solón eran recientes, muchos niños los cantamos. Uno de los miembros de la fratría, sea que lo creía realmente o por hacerle un cumplido a Critias, dijo que si bien Solón le parecía muy sabio en todos los otros campos, en la poesía lo tenía por el más libre de todos los poetas. El anciano, entonces --me acuerdo con gran claridad-- se puso muy contento y sonriendo dijo: "¡Ay Aminandro!, ¡ojalá la poesía no hubiera sido para él una actividad secundaria! Si se hubiera esforzado como los otros y hubiera terminado el argumento que trajo de Egipto y, si, al llegar aquí, las contiendas civiles y otros males no lo hubieran obligado a descuidar todo lo que descubrió allí, ni Hesíodo ni Homero, en mi opinión, ni ningún otro poeta jamás habría llegado a tener una fama mayor que la suya". "¿Qué historia era, Critias?", preguntó el otro. "La historia de la hazaña más importante y, con justicia, la más renombrada de todas las realizadas por nuestra ciudad, pero que no llegó hasta nosotros por el tiempo transcurrido y por la desaparición de los que la llevaron a cabo", dijo el anciano. "Cuenta desde el comienzo", exclamó el otro, "qué decía Solón, y cómo y de quiénes la había escuchado como algo verdadero"
    "En Egipto", comenzó Critias, "donde la corriente del Nilo se divide en dos en el extremo inferior del Delta, hay una región llamada Saítica, cuya ciudad más importante, Sais --de donde, por cierto, también era el rey Amasis--, tiene por patrona una diosa cuyo nombre en egipcio es Neith y en griego, según la versión de aquellos, Atenea. Afirman que aprecian mucho a Atenas y sostienen que en cierta forma están emparentados con los de esta ciudad. Solón contaba que cuando llegó allí recibió de ellos muchos honores y que, al consultar sobre las antigüedades a los sacerdotes que más conocían el tema, descubrió que ni él mismo ni ningún otro griego sabía, por decir así, prácticamente nada acerca de esos asuntos. En una ocasión, para entablar conversación con ellos sobre esto, se puso a contar los hechos más antiguos de esta ciudad, la historia de Foroneo, del que se dice que es el primer hombre, y de Níobe y narró cómo Deucalión y Pirras sobrevivieron después del diluvio e hizo la genealogía de sus descendientes y quiso calcular el tiempo transcurrido desde entonces recordando cuántos años había vivido cada uno. En ese instante, un sacerdote muy anciano exclamó: '¡Ay!, Solón, Solón, ¡los griegos seréis siempre niños!, ¡no existe el griego viejo!' Al escuchar esto, Solón le preguntó: '¿Por qué lo dices? 'Todos', replicó aquél, 'tenéis almas de jóvenes, sin creencias antiguas transmitidas por una larga tradición y carecéis de conocimientos encanecidos por el tiempo. Esto se debe a que tuvieron y tendrán lugar muchas destrucciones de hombres, las más grandes por fuego y agua, pero también otras menores provocadas por otras innumerables causas. Tomemos un ejemplo, lo que se cuenta entre vosotros de que una vez Faetón, el hijo del Sol montó en el carro de su padre y, por no ser capaz de marchar por el sendero paterno, quemó lo que estaba sobre la tierra y murió alcanzado por un rayo. La historia, aunque relatada como una leyenda, se refiere, en realidad, a una desviación de los cuerpos que en el cielo giran alrededor de la tierra y a la destrucción, a grandes intervalos, de lo que cubre la superficie terrestre por un gran fuego. Entonces, el número de habitantes de las montañas y de lugares altos y secos que muere es mayor que el de los que viven cerca de los ríos y el mar. El Nilo, salvador nuestro en otras ocasiones, también nos salva entonces de esa desgracia. Pero cuando los dioses purifican la tierra con aguas y la inundan, se salvan los habitantes de las montañas, pastores de bueyes y cabras, y los que viven en vuestras ciudades son arrastrados al mar por los ríos. En esta región, ni entonces ni nunca fluye el agua de arriba sobre los campos, sino que, por el contrario, es natural que suba, en su totalidad, desde el interior de la tierra. Por ello se dice que lo que aquí se conserva es lo más antiguo. En realidad, sin embargo, en todas las regiones en las que no se da un invierno riguroso y un calor extremo, la raza humana, en mayor o menor número, está siempre presente. Desde antiguo registramos y conservamos en nuestros templos todo aquello que llega a nuestros oídos acerca de lo que pasa entre vosotros, aquí o en cualquier otro lugar, si sucedió algo bello, importante o con otra peculiaridad. Contrariamente, siempre que vosotros, o los demás, os acabáis de proveer de escritura y de todo lo que necesita una ciudad, después del período habitual de años, os vuelve a caer, como una enfermedad, un torrente celestial que deja sólo a los iletrados e incultos, de modo que nacéis de nuevo, como niños, desde el principio, sin saber nada ni de nuestra ciudad ni de lo que ha sucedido entre vosotros durante las épocas antiguas. Por ejemplo, Solón, las genealogías de los vuestros que acabas de exponer poco se diferencian de los cuentos de niños, porque, primero, recordáis un diluvio sobre la tierra, mientras que antes de él habían sucedido muchos y, en segundo lugar, no sabéis ya que la raza mejor y más bella de entre los hombres nació en vuestra región, de la que tú y toda la ciudad vuestra descendéis ahora, al quedar una vez un poco de simiente. Lo habéis olvidado porque los que sobrevivieron ignoraron la escritura durante muchas generaciones. En efecto, antes de la gran destrucción por el agua, la que es ahora la ciudad de los atenienses era la mejor en la guerra y la más absolutamente obediente de las leyes. Cuentan que tuvieron lugar las hazañas más hermosas y que se dio la mejor organización política de todas cuantas hemos recibido noticia bajo el cielo.' Solón solía decir que al escucharlo se sorprendió y tuvo muchas ganas de conocer más, de modo que pidió que le contara con exactitud todo lo que los sacerdotes conservaban de los antiguos atenienses. El sacerdote replicó: 'Sin ninguna reticencia, oh Solón, lo contaré por ti y por vuestra ciudad, pero sobre todo por la diosa a la que tocó en suerte vuestra patria y también la nuestra y las crió y educó, primero aquélla, mil años antes, después de recibir simiente de Gea y Hefesto, y, más tarde, ésta. Los escritos sagrados establecen la cantidad de ocho mil años para el orden imperante entre nosotros. Ahora, te haré un resumen de las leyes de los ciudadanos de hace nueve mil años y de la hazaña más heroica que realizaron. Más tarde, tomaremos con tranquilidad los escritos mismos y discurriremos en detalle y ordenadamente acerca de todo. En cuanto a las leyes, observa las nuestras, pues descubrirás ahora aquí muchos ejemplos de las que existían entonces entre vosotros. En primer lugar, el que la casta de los sacerdotes esté separada de las otras; después, lo de los artesanos, el que cada oficio trabaje individualmente sin mezclarse con el otro, ni tampoco los pastores, los cazadores ni los agricultores. En particular, supongo que habrás notado que aquí el estamento de los guerreros se encuentra separado de los restantes y que sólo tiene las ocupaciones guerreras que la ley le ordena. Además, la manera en que se arman con escudos y espadas, que fuimos los primeros en utilizar en Asia tal como la diosa los dio a conocer por primera vez en aquellas regiones entre vosotros. También, ves, creo, cuánto se preocupó nuestra ley desde sus inicios por la sabiduría pues, tras descubrirlo todo acerca del universo, incluidas la adivinación y la medicina, lo trasladó de estos seres divinos al ámbito humano para salud de éste y adquirió el resto de los conocimientos que están relacionados con ellos. En aquel tiempo, pues, la diosa os impuso a vosotros en primer lugar todo este orden y disposición y fundó vuestra ciudad después de elegir la región en que nacisteis porque vio que la buena mezcla de estaciones que se daba en ella podría llegar a producir los hombres más prudentes. Como es amiga de la guerra y de la sabiduría, eligió primero el sitio que daría los hombres más adecuados a ella y lo pobló. Vivíais, pues, bajo estas leyes y, lo que es más importante aún, las respetabais y superabais en virtud a todos los hombres, como es lógico, ya que erais hijos y alumnos de dioses. Admiramos muchas y grandes hazañas de vuestra ciudad registradas aquí, pero una de entre todas se destaca por importancia y excelencia. En efecto, nuestros escritos refieren cómo vuestra ciudad detuvo en una ocasión la marcha insolente de un gran imperio, que avanzaba del exterior, desde el Océano Atlántico, sobre toda Europa y Asia. En aquella época, se podía atravesar aquel océano dado que había una isla delante de la desembocadura que vosotros, así decís, llamáis columnas de Heracles. Esta isla era mayor que Libia y Asia juntas y de ella los de entonces podían pasar a las otras islas y de las islas a toda la tierra firme que se encontraba frente a ellas y rodeaba el océano auténtico, puesto que lo que quedaba dentro de la desembocadura que mencionamos parecía una bahía con un ingreso estrecho. En realidad, era mar y la región que lo rodeaba totalmente podría ser llamada con absoluta corrección tierra firme. En dicha isla, Atlántida, había surgido una confederación de reyes grande y maravillosa que gobernaba sobre ella y muchas otras islas, así como partes de la tierra firme. En este continente, dominaban también los pueblos de Libia, hasta Egipto, y Europa hasta Tirrenia. Toda esta potencia unida intentó una vez esclavizar en un ataque a toda vuestra región, la nuestra y el interior de la desembocadura. Entonces, Solón, el poderío de vuestra ciudad se hizo famoso entre todos los hombres por su excelencia y fuerza, pues superó a todos en valentía y en artes guerreras, condujo en un momento de la lucha a los griegos, luego se vio obligada a combatir sola cuando los otros se separaron, corrió los peligros más extremos y dominó a los que nos atacaban. Alcanzó así una gran victoria e impidió que los que todavía no habían sido esclavizados lo fueran y al resto, cuantos habitábamos más acá de los confines heráclidas, nos liberó generosamente. Posteriormente, tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra y la isla de Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar. Por ello, aún ahora el océano es allí intransitable e inescrutable, porque lo impide la arcilla que produjo la isla asentada en ese lugar y que se encuentra a muy poca profundidad".

- Fragmento del CRITIAS.

En esta obra, inacabada, Critias habla con Sócrates, retomando el tema de la sociedad ideal de la Atlántida, aportando una descripción de ella:
    CRIT. --Tal como dije antes acerca del sorteo de los dioses -que se distribuyeron toda la tierra, aquí en parcelas mayores, allí en menores e instauraron templos y sacrificios para sí-, cuando a Posidón le tocó en suerte la isla de Atlántida la pobló con sus descendientes, nacidos de una mujer mortal en un lugar de las siguientes características. El centro de la isla estaba ocupado por una llanura en dirección al mar, de la que se dice que era la más bella de todas, y de buena calidad, y en cuyo centro, a su vez, había una montaña baja por todas partes, que distaba unos cincuenta estadios del mar. En dicha montaña habitaba uno de los hombres que en esa región habían nacido de la tierra, Evenor de nombre, que convivía con su mujer Leucipe. Tuvieron una única hija, Clito, cuando la muchacha alcanza la edad de tener un marido, mueren su padre y su madre. Posidón la desea y se une a ella, y, para defender bien la colina en la que habitaba, la aísla por medio de anillos alternos de tierra y mar de mayor y menos dimensión: dos de tierra y tres de mar en total, cavados a partir del centro de la isla, todas a la misma distancia por todas partes, de modo que la colina fuera inaccesible a los hombres. 
    Entonces todavía no había barcos ni navegación. Él mismo, puesto que era un Dios, ordenó fácilmente la isla que se encontraba en el centro: hizo subir dos fuentes de aguas subterráneas a la superficie -una fluía caliente del manantial y la otra fría- e hizo surgir de la tierra alimentación variada y suficiente. Engendró y crió cinco generaciones de gemelos varones, y dividió toda la isla de Atlántida en diez partes, y entregó la casa materna y la parte que estaba alrededor, la mayor y mejor, al primogénito de los mayores y lo nombró rey de los otros. A los otros los hizo gobernantes y encargó a cada uno el gobierno de muchos hombres y una región de grandes dimensiones. A todos les dio nombres: el mayor y rey, aquel del cual la isla y todo el océano llamado Atlántico tienen un nombre derivado; porque el primero que reinaba entonces llevaba el nombre de Atlante. Al gemelo que nació después de él, al que tocó en suerte la parte externa de la isla, desde las columnas de Heracles hasta la zona denominada ahora en aquel lugar Gadirica, le dio en griego el nombre de Eumelo, pero en la lengua de la región, Gadiro. Su nombre fue probablemente el origen del de esa región. A uno de los que nacieron en segundo lugar lo llamó Anferes, al otro, Evemo. Al que nació primero de los terceros le puso el nombre de Mneseo y al segundo, Autóctono. Al primero del cuarto par le dio el nombre de Elasipo, y el de Méstor al posterior. Al mayor del quinto par de gemelos le puso el nombre de Azaes y al segundo, el de Diáprepes. Todos estos y sus descendientes vivieron allí durante muchas generaciones y gobernaron muchas otras islas en el océano y también dominaron las regiones interiores hacia aquí, como ya se dijo antes, hasta Egipto y Etruria. 
    La estirpe de Atlas llega a ser numerosa y distinguida. El rey más anciano transmitía siempre al mayor de sus descendientes la monarquía, y la conservaron a lo largo de muchas generaciones. Poseían tan gran cantidad de riquezas como no tuvo nunca antes una dinastía de reyes ni es fácil que llegue a tener en el futuro y estaban provistos de todo de lo que era necesario proveerse en la ciudad y en el resto del país. En efecto, aunque importaban mucho del exterior a causa de su imperio, la mayoría de las cosas necesarias para vivir las proporcionaba la isla. En primer lugar, todo lo que, extraído por la minería, era sólido o fusible, y lo que ahora sólo nombramos -entonces era más que un nombre la especie del oricalco que se extraía de la tierra en muchos lugares de la isla, el más valioso de todos los metales entre los de entonces, con la excepción del oro- y todo lo que proporciona el bosque para los trabajos de los carpinteros, ya que todo lo producían de manera abundante y alimentaba, además, suficientes animales domésticos y salvajes. En especial, la raza de los elefantes era muy numerosa en ella. También tenía comida el resto de los animales que se alimenta en los pantanos, lagunas y ríos y los que pacen en las montañas y en las llanuras, para todos había en abundancia y así también para este animal que es por naturaleza el mayor y el que más come. Además, producía y criaba bien todo lo fragante que hoy da la tierra en cualquier lugar, raíces, follaje, madera, y jugos, destilados, sea de flores o frutos. Pero también el fruto cultivado, el seco, que utilizamos para alimentarnos y cuanto usamos para comida -denominamos legumbres a todas sus clases- y todo lo que es de árboles y nos da bebidas, comidas y aceites, y el que usamos por solaz y placer y llega a ser difícil de almacenar, el fruto de los árboles frutales, y cuantos presentamos como postres agradables al enfermo para estímulo de su apetito, la isla divina que estaba entonces bajo el sol, producía todas estas cosas bellas y admirables y en una cantidad ilimitada. Como recibían todas estas cosas de la tierra, construyeron los templos, los palacios reales, los puertos, los astilleros, y todo el resto de la región, disponiéndolo de la manera siguiente. 
    En primer lugar, levantaron puentes en los anillos de mar que rodeaban la antigua metrópoli para abrir una vía hacia el exterior y hacia el palacio real. Instalaron directamente desde el principio el palacio real en el edificio del Dios y de sus progenitores y, como cada uno, al recibirlo del otro, mejoraba lo que ya estaba bien, superaba en lo posible a lo anterior, hasta que lo hicieron asombroso por la grandeza y belleza de las obras. A partir del mar, cavaron un canal de trescientos pies de ancho, cien de profundidad y una extensión de cincuenta estadios hasta el anillo exterior y allí hicieron el acceso del mar al canal como a un puerto, abriendo una desembocadura como para que pudieran entrar las naves más grandes. También abrieron, siguiendo la dirección de los puentes, los círculos de tierra que separaba los de mar, lo necesario para que los atravesara un trirremes, y cubrieron la parte superior de modo que el pasaje estuviera debajo, pues los bordes de los anillos de tierra tenían una altura que superaba suficientemente al mar. El anillo mayor, en el que habían vertido el mar por medio de un canal, tenía tres estadios de ancho. El siguiente de tierra era igual a aquel. De los segundos, el líquido tenía un ancho de dos estadios y el seco era, otra vez, igual al líquido anterior. De un estadio era el que corría alrededor de la isla que se encontraba en el centro. La isla, en la que estaba el palacio real, tenía un diámetro de cinco estadios. Rodearon ésta, las zonas circulares y el puente, que tenía una anchura de cien pies, con una muralla de piedras y colocaron sobre los puentes, en los pasajes del mar, torres y puertas a cada lado. Extrajeron la piedra de debajo de la isla central y de debajo de cada una de las zonas circulares exteriores e interiores; las piedras eran de color blanco, negro y rojo. Cuando los extranjeros, construyeron dársenas huecas dobles en el interior, techadas con la misma piedra. Unas casas eran simples, otras mezclaban las piedras y las combinaban de manera variada para su solaz, haciéndolas naturalmente placenteras. Recubrieron de hierra, al que usaban como si fuera pintura, todo el recorrido de la muralla que circundaba el anillo exterior fundieron casiterita sobre la muralla de la zona interior, y oricalco, que poseía unos resplandores de fuego, sobre la que se encontraba alrededor de la Acrópolis El palacio dentro de la Acrópolis estaba dispuesto de la siguiente manera. En el centro, habían consagrado un templo inaccesible a Clito y Posidón, rodeado de una valla de oro: ese era el lugar en el que al principio concibieron y engendraron la estirpe de las diez familias reales. De las diez regiones enviaban cada año hacia allí frutos de la estación como ofrendas para cada uno de ellos. Había un templo de Posidón de un estadio de longitud y trescientos pies de ancho. Su altura parecía proporcional a estas medidas, puesto que tenía una forma algo bárbara. Recubrieron todo el exterior del templo de plata, excepto las cúpulas, que revistieron de oro. En el interior, el techo de marfil, entremezclado con oro, plata y oricalco, tenía una apariencia multicolor. Revistieron las paredes, columnas y pavimento de oricalco. Dentro del templo colocaron imágenes de oro: El dios de pie sobre un carro llevaba las riendas de seis caballos alados y tocaba, a causa de su altura, el techo con la cabeza; lo rodeaban cien nereidas sobre delfines -pues los de aquel entonces creían que eran tantas. En el interior había muchas otras estatuas que eran exvotos de particulares. Afuera, alrededor del templo, había estatuas de oro de todos, de las mujeres y de los hombres que habían pertenecido a la familia de los diez reyes, así como muchos otros exvotos grandes de los reyes y de particulares de la ciudad y de todas las regiones exteriores que dominaron. Había un altar que concordaba en su grandeza y su manufactura con esta construcción. El palacio, igualmente, se adecuaba a la grandeza del Imperio, así como al orden alrededor del templo. Para utilizar las fuentes de agua fría y caliente que por naturaleza tenían una abundante cantidad de agua en sabor y calidad excelente para el uso, construyeron alrededor edificios, hicieron plantaciones de árboles adecuadas a las aguas, levantaron cisternas al aire libre e invernales cubiertas para los baños calientes -aparte las reales, las públicas y las privadas, además de otras para mujeres y otras para caballos y el resto de los animales de tiro- y ordenaron convenientemente cada una de ellas. Dirigieron la corriente de agua hacia el bosque sagrado de Posidón -múltiples y variados árboles de belleza y altura sobrenatural por la calidad de la tierra- y hacia los círculos exteriores por medio de canales que seguían la dirección de los puentes. Habían construido en aquel lugar muchos templos para muchos dioses, muchos jardines y muchos gimnasios, unos de hombres, otros, separados, de caballos, en las dos islas de los anillos. Además, en el centro de la isla mayor había un hipódromo de un estadio de ancho colocado aparte, cuya extensión permitía que los caballos compitiesen libremente todo el perímetro. Alrededor de este había, aquí y allí, casas de guardia para la mayoría de guardianes. La guardia de los más fieles estaba dispuesta en el anillo más pequeño y más cercano a la acrópolis y a los que más se distinguían en su fidelidad les habían dado casas dentro de la acrópolis en torno a los reyes. Los astilleros estaban llenos de trirremes y de todos los artefactos correspondientes, todo adecuadamente preparado. Los alrededores de la casa de los reyes estaban arreglados de la siguiente manera: cuando se atravesaban los puertos desde afuera -que eran tres- una muralla se extendía en círculo, a partir del mar -a cincuenta estadios por todas partes el anillo mayor y de su puerto- y se cerraba en la desembocadura del canal en el mar. Muchas casas poblaban densamente toda esta zona; la entrada del mar y el puerto mayor estaban llenos de barcos y comerciantes llegados de todas partes que, por su multitud, ocasionaban vocerío, ruido y bullicio variado de día y de noche. 
    Ahora ya tenemos recordados la ciudad y los alrededores de la antigua edificación, tal y como se describieron entonces. Debemos intentar recordar el resto de la región, como era su naturaleza y su forma en que estaba ordenado. En primer lugar, se decía que todo el lugar era muy alto y escarpado desde el mar, pero que los alrededores de la ciudad eran llanos, suaves y planos, circundados a su vez de montañas que llegaban hasta el mar. Esta llanura era de forma oblonga y tenía por un lado tres mil estadios y dos mil en el centro desde el mar hacía arriba. Esta zona de la isla estaba de cara al viento sur, de espaldas a la constelación de la Osa y protegida por el viento del norte. Entonces se loaba que las montañas que la rodeaban superaban por su número, grandeza y belleza a todas las que hay ahora y que tenían en ellas muchas ricas aldeas de vecinos, ríos, lagos y prados que daban alimento suficiente a todos los animales, domésticos y salvajes, bosques variados en cantidad y especie que proveían abundantemente para todas y cada una de las obras. La naturaleza y muchos reyes, con su largo esfuerzo, habían conformado la llanura de la siguiente manera. En su mayor parte era un cuadrilátero rectangular, y lo que faltaba para formarlo lo había corregido por medio de una fosa cavada a su alrededor. Aunque la profundidad, ancho y longitud que les atribuyeron eran tan grandes, sin contar con las otras obras, que resultaba increíble para algo hecho por las manos del hombre, debemos decir los que escuchamos. Habían cavado una profundidad de cien pies; el ancho era en todos lados de un estadio y, como había sido cavada alrededor de toda la llanura, llegaba a la ciudad por ambos lados y allí dejaba fluir el agua al mar. Desde su parte superior habían abierto canales rectos de cien pies de ancho que corrían a lo ancho de la llanura hasta desembocar nuevamente en la fosa que daba al mar y distaban entre sí cien estadios de distancia uno de otro. Así bajaban a la ciudad la madera de las montañas y proveían con barcos el resto de los productos estacionales, ya que habían abierto comunicaciones transversales de unos canales a otros y hacia la ciudad. Cosechaban la tierra dos veces por año, en invierno con las aguas provenientes de Zeus, y en verano conducían desde los canales las corrientes que produce la tierra. En cuanto número, estaba dispuesto que cada distrito de la llanura con hombres útiles para la guerra proveyera un jefe. La extensión del distrito era de diez veces diez estadios y los distritos era sesenta mil. Se decía que la cantidad de hombres de la montaña y del resto de la región era innumerable; todos estaban distribuidos en estos distritos y asignados a jefes según las zonas y las aldeas. Estaba reglamentado que cada jefe proveyera en caso de guerra la sexta parte de un carro de guerra hasta diez mil carros, dos caballos y jinetes, además de un par de caballos sin carro, un infante con escudo pequeño y el guerrero que lucha sobre el carro y conduce los dos caballos, dos hoplitas, arqueros y honderos, también dos cada uno, lanzadores de piedras y lanceros con armamento ligero, tres cada uno, y cuatro marineros para cubrir la tripulación de mil doscientas naves. Así estaba dispuesto lo concerniente a la guerra en la ciudad real, lo de las nueve restantes lo estaba de otra manera que llevaría mucho tiempo relatar. 
    Lo relativo a los puestos de gobierno y los honores estuvo ordenado desde el principio de la siguiente manera. Cada uno de los diez reyes imperaba sobre los hombres y sobre la mayoría de las leyes en su parte y en su ciudad, y castigaba y mataba a quien quería. El gobierno y la comunidad de los reyes se regían por las disposiciones de Posidón tal como se las transmitía la constitución y las leyes escritas por los primeros reyes en una columna de oricalco que se encontraba en el centro de la isla en el templo de Posidón, dónde se reunían, bien cada lustro, bien, de manera alternativa, cada seis años, ara honrar igualmente lo par y lo impar. En las reuniones, deliberaban sobre los asuntos comunes e investigaban si alguno había infringido algo y lo sometían a juicio. Cuando iban a dar veredicto se daban primero las siguientes garantías unos a otros. Rogaban a Posidón que tomara la ofrenda sacrificial que le agradara de entre los toros sueltos en su templo y ellos, que eran sólo diez lo cazaban sin hierro, con maderas y redes. Al que atrapaban lo conducían hacia la columna y lo degollaban encima de ella haciendo votos por las leyes escritas. En la columna, junto a las leyes, había un juramento que proclamaba grandes maldiciones para os que las desobedecieran. Tras hacer el sacrificio según sus leyes y ofrecer todos los miembros del toro, llenaban una cratera y vertían en ella un coagulo de sangre por cada uno. El resto lo arrojaban al fuego una vez que habían limpiado la columna. Luego, mientras extraían sangre de la cratera con fuentes doradas y hacían una libación sobre el fuego, juraban juzgar según las leyes de la columna y castigar si alguien hubiera infringido algo antes, y, además, no infringir intencionalmente en el futuro ninguna de las leyes escritas, ni gobernar ni obedecer a ningún gobernante, excepto aquel que ordenara según las leyes del padre. Una vez que cada uno de ellos hubo prometido esto de sí y de su estirpe, bebido y dedicado la fuente como exvoto en el templo del dios y se hubo ocupado de la comida y de las otras necesidades, cuando llegaba la oscuridad y se había enfriado el fuego sacrificial se vestían con un bellísimo vestido púrpura y se sentaban en el suelo junto a las ascuas del juramento sacrificial. Durante la noche, tras apagar el fuego que se encontraba alrededor del templo, eran juzgados y juzgaban si alguien acusaba a alguno de ellos de haber infringido alguna ley. Cuando terminaban de juzgar, ala hacerse de día, escribían los juicios en una tablilla de oro y la ofrendaban como recuerdo junto con las vestimentas. Había muchas otras leyes especiales acerca de los honores de cada uno de los reyes; lo más importante: no atacarse nunca unos a otros y ayudarse todos en caso de que alguien intentara destruir la estirpe real en alguna de sus ciudades, y tomar en común, como antes, las determinaciones concernientes a la guerra y a otras actividades, bajo la conducción de la estirpe de Atlante. Ningún rey podía matar a ninguno de su parientes, si no contaba con la aprobación de más de la mitad de los diez. 
    Según el relato, tan gran potencia y de tales características existentes entonces en aquellas zonas ordenó y envió el Dios contra nuestras tierras por la siguiente razón. Durante muchas generaciones, mientras la naturaleza del Dios era suficientemente fuerte, obedecían las leyes y estaban bien dispuestas hacia lo divino emparentado con ellos. Poseían pensamientos verdaderos y grandes en todo sentido, ya que aplicaban la suavidad junto con la prudencia a los avatares que siempre ocurren y unos a otros, por lo que excepto la virtud, despreciaban todo lo demás, tenían en poco las circunstancias presentes y soportaban con facilidad, como una molestia, el peso del oro y de las otras posiciones. No se equivocaban, embriagados por la vida licenciosa, ni perdían el dominio de sí a causa de la riqueza, sino que, sobrios, reconocían con claridad que todas estas cosas crecen de la amistad unida a la virtud común, pero que con la persecución y la honra de los bienes exteriores, estos decaen y se destruye la virtud con ellos. Sobre la base de tal razonamiento y mientras permanecía la naturaleza divina, prosperaron todos sus bienes, que describimos antes. Más cuando se agotó en ellos la parte divina porque se había mezclado muchas veces con muchos mortales y predominó el carácter humano, ya no pudieron soportar las circunstancias que los rodeaban y se pervirtieron, y al que los podía observar les parecían desvergonzados, ya que habían destruido lo más bello de entre lo más valioso, y los que no pudieron observare la vida verdadera respecto de la felicidad, creían entonces que eran los más perfectos y felices, porque estaban llenos de injusta soberbia y de poder. El Dios de Dioses Zeus, que reina por medio de leyes puesto que puede ver tales cosas, se dio cuenta de que una estirpe buena estaba dispuesta de manera indigna y decidió aplicarles un castigo para que se hicieran más ordenados y alcanzaran la prudencia. Reunió a todos los dioses en su mansión más importante, la que, instalada en el centro del universo, tiene vista a todo lo que participa de la generación y, tras reunirlos, dijo...
    (El texto termina así, abruptamente, al parecer no pudo terminarlo o nos ha llegado incompleto).

     Poco tiempo después, Aristóteles, discípulo de Platón, afirma que en realidad la Atlántida no era ningún continente real, sólo se trataba de una utopía alegórica y didáctica inventada por Platón. 


04. Evolución histórica del mito. ¿Dónde se ha pensado que estaba?

En los principios, la situación de la Atlántida se localizó tomando literalmente las referencia de los textos de Platón: pasadas las Columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar) y rodeada de aguas. Lo primero que se piensa es en localizarla donde muestra el mapa de la derecha: en el Océano Atlántico.

Con el tiempo, y ya bien asentado un mito que ya tratamos: El Triánguo de las Bermudas; la localización de la Atlántida se focalizó a su centro, siendo así las causas de las supuestas desapariciones misteriosas debido a que se encuentra encerrado en las ruinas submarinas un avanzado sistema de fomas de energía, de los que más suelen comentarse son los cristales o un  sol artificial que alimenta el rayo de Poseidón; y que se libera por radiación, alterando barcos y aviones de la zona.

Hará relativamente poco, un ingeniero inglés dice que está a 5.631 metros de profundidad en el Atlántico. En una búsqueda en el Océano con Google Earth Ocean un ingeniero aeronáutico inglés de 38 años, Bernie Bamford, de Chester, Inglaterra,  afirma  haber encontrado una misteriosa zona en el Atlántico que él considera puede tratarse de la desaparecida Atlántida. Esta región ha atraído la atención de los oceanográfos y geofísicos.
El antiguo filósofo Platón mencionó la Atlántida en sus obras, afirmando que la ciudad se hundió al fondo del mar, rodeada por un muro muy grueso y con calles y edificios dentro. 

Las coordenadas exactas que da Google Earth son: 31° 02′ 02.87″ Norte  y 23° 56′ 11.53″ Oeste.  Pero estos descubrimientos de la Atlántida con Google Earth no son nuevos, ya en marzo del 2007 se podían visualizar "otras atlántidas" en los alrededores de Cuba en estas coordenadas: 21° 40′ 04.11″ Norte y 81° 57′ 05.02″ Oeste.



05. Evolución histórica de su explicación. ¿Por qué estaba 
desaparecida?

     Desde el principio de su historia, la explicación de la desaparición de la legendaria Atlántida estaba asociada a la propia cultura: la intervención y la voluntad de los dioses fue aquello que llevó a la desaparición de esta ciudad. Hasta mucho tiempo después, no surgirían nuevas teorías, ya que este tema quedaría desplazado al ámbito de lo irracional, lo tradicional; por lo que no hubo quien se molestara en buscar ninguna explicación.

   A comienzos de la decáda de los 60, un grupo de geólogos alemanes desarrolló una teoría que parece confirmar la posibilidad de que haya habido un cataclismo bien determinado, capaz de hundir un subcontinente de 200 mil kilómetros cuadrados en el fondo del mar dejando afuera sólo sus montañas más elevadas, como por ejemplo las islas Azores. Tomaron en consideración 3 factores:
Primero, el deslizamiento de las placas continentales. Según estas teorías, el continente americano se separó de Europa, Africa y la Antártida por el deslizamiento de las placas sobre las capas más profundas y viscosas del planeta. Si miramos un mapa, veremos que sus formas calzan casi como las piezas de un rompecabezas. La excepción la constituye la zona correspondiente al Caribe y España, donde queda un espacio vacío.
Pues qué quieren que les diga... Después de haber estado "buceando" durante estos últimos quince días, desde que se lanzó la nueva capa Océanos, con Google Earth y, precisamente, alrededor de las islas Canarias, yo no he visto la Atlántida.

El ingeniero inglés descubrió las reliquias arqueológicas consideradas como de la misteriosa ciudad desaparecida cuando navegaba con Google Earth y sintetizaba las imágenes tomadas desde los satélites artificiales y los resultados de las investigaciones oceanográficas. El nuevo "descubrimiento" ha atraído la atención de los oceanólogos y geofísicos. Un estudioso de la Universidad del estado de Nueva York dijo que es uno de los sitios mencionados por el filósofo griego en sus obras. Vale la pena contemplarlo aunque es posible que se trate de un paisaje geográfico natural". Sigue contando el periódico online "Pueblo en Línea".
Esto es una captura a 530 Km. de altura (sobre la superficie del Mar):


En segundo lugar, el hueco que se produce coincide con la extensión tradicionalmente atribuida a la Atlántida.



Tercero, han comprendido que ninguna erupción volcánica habría podido producir un efecto suficiente como para hundir una masa tan grande de tierra firme.
De acuerdo a esto desarrollan la tesis de que el cataclismo que, sí podría haber provocado tal hundimiento, sólo podría originarse en una perforación tan profunda en el suelo submarino que alcanzó las materias fundidas que hay debajo de la corteza terrestre, a las que llamamos "magma". Este cráter habría proyectado gigantescos chorros de materia incandescente haciendo que al mismo tiempo se hunda el fondo oceánico, con lo que en unas 24 horas toda la Atlántida habría podido sumergirse hasta una profundidad de 3 mil metros. La masa enorme de cenizas volcánicas, millones de metros cúbicos de lava porosa y piedra pómez, se habría precipitado pronto sobre el mar en el mismo lugar donde antes se alzaba la hermosa isla de los atlanes.
Se cumplirían así los detalles más dudosos del relato de Platón. Por supesto que hay muchos más indicios que indican que el fondo del mar inmediato a los Azores estuvo antes emergido. Por ejemplo, se han detectado allí grandes extensiones de fondo marino arenoso, y es sabido que la arena sólo se produce en las superficies por la acción del agua sobre las piedras; y todo esto sin mencionar las ruinas submarinas descubiertas en la región conocida como Triángulo de las Bermudas.


Fundamentalmente porque el fondo marino de esa zona no está cartografiado con datos batimétricos y no hay resolución. Abundando en el hecho de que no puedes bajar más que hasta 9 metros sobre el nivel del mar.




06. Hipótesis y explicaciones actuales. ¿Qué nos dice la ciencia y la tecnología de hoy?

Un equipo internacional de investigadores argumenta que la ciudad perdida estuvo al noroeste de Cádiz y fue arrasada por un tsunami.



Un grupo internacional de investigadores, con el respaldo de la National Geographic Society de Estados Unidos, dice haber encontrado indicios del mito que viene fascinando desde hace 11.000 años justo bajo las marismas del Parque Nacional de Doñana.


La ciudad perdida, en Cádiz.
El equipo de geólogos y arqueólogos dirigido por el profesor americano Richard Freund ha invertido dos años de trabajos con la ayuda de fotografías de satélite, radares capaces de penetrar la tierra, cartografía digital y tecnología submarina. Y de acuerdo a sus conclusiones, narradas para la televisión en un documental especial emitido esta semana, la Atlántida con su peculiar diseño circular estuvo situada ni más ni menos que al noroeste de Cádiz.
El profesor Freund también ha confirmado que el final de esa ideal ciudad vino en forma de un cataclismo de la naturaleza: un terremoto y un brutal tsunami como el sufrido la semana pasada por Japón. De acuerdo a las explicaciones ofrecidas por el académico de la Universidad de Hartford, en Connecticut, "resulta bastante difícil entender que un tsunami puede arrasar hasta más de 90 kilómetros tierra adentro pero de eso, más o menos, es de lo que estamos hablando".

Como respaldo a estas hipótesis, los investigadores señalan la existencia de restos de otras "ciudades monumento" construidas siguiendo el peculiar trazado circular de la Atlántida. Obras situadas en otras partes de España y atribuidas a supervivientes de la destrucción de la mítica ciudad descrita en las cercanías del estrecho de Gibraltar. De acuerdo las explicaciones del profesor Freund, el lugar identificado en Doñana, que resulta accesible solamente durante un mes de verano, "es el mejor candidato posible nunca descubierto con la mayor cantidad de evidencias" en comparación a otras alternativas en otras partes del mundo.

El equipo patrocinado por la National Geographic ha anunciado su intención de volver para realizar excavaciones tanto en la zona del Parque de Doñana como en las misteriosas réplicas detectadas más hacia el centro de España. Entre las evidencias presentadas figuran estatuillas que se remontan a la edad de bronce y una serie de mediciones que indican la existencia en el subsuelo, bajo varios metros de agua y barro en la desembocadura del Guadalquivir, de estructuras que podrían ser canales y zonas de uso comunal.

07. Hallazgos inexplicables.

Pese a sus errores, los psíquicos informan con frecuencia sobre sucesos a los que no tienen acceso los historiadores, ya que se apoyan en vías de información que no están limitadas por el tiempo ni por el espacio.

Por otra parte, el material Canalizado, encaja con algunas de las fuentes tradicionales relativas a la civilización Atlante. Aunque ellos lo nieguen.
¿Basaron sus relatos en las fuentes escritas conocidas? ¿Acaso se influyeron unos a otros a través de la percepción extrasensorial, como ha sugerido el investigador psíquico Alan Vaughan?

Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) sobre el mundo Atlante, supuestamente obtenidos a partir del estudio de las tradiciones ocultistas orientales y mediante comunicaciones con otros planos, influyeron poderosamente a toda la corte de videntes posteriores. Algunas de sus propuestas resultaban absurdas y descabelladas en su época, pero un siglo después han recobrado vigor. Por ejemplo, la de que seres inteligentes anteriores al hombre coexistieron con los dinosaurios parece cada vez más plausible a la vista de los inexplicables hallazgos de huellas y fósiles humanoides, correspondientes a aquella época, en diversas zonas del planeta.

Por ejemplo, el doctor C. N. Dougherty descubrió en 1971 en el Valle de los Gigantes (Texas) numerosas huellas de Saurios de diversas especies, junto a otras de pies humanos de gran tamaño, en el mismo estrato geológico. Éste y otros descubrimientos semejantes parecerían dar la razón a Blavatsky, a los Vedas y a otras muchas antiguas tradiciones.
El mapa de la antigüedad de la Tierra y el esquema de la evolución humana mediante diversas Razas Raíz, divididas en Subrazas, trazados por esta ocultista, resultan más que discutibles. Pero, a medida que van aflorando fósiles humanos, cada vez de mayor antigüedad, parecen ir confirmándose algunos de sus datos.
Es preciso señalar, no obstante, que las Razas Raíces de Blavatsky, no se corresponden con nuestro concepto habitual de raza, ni siquiera con el de humanidad, ya que la primera sólo habría existido en el plano astral.
La segunda o hiperbórea, se acercaba más a los hombres actuales, pero estaba muy vinculada con el plano etéreo; y habitaba el norte de Asia y parte del Ártico. En tercer lugar estaban los habitantes de Lemuria, desaparecida en el Pacífico. La humanidad actual sería la quinta raza, mientras que la cuarta correspondería a los Atlantes: eran bastante altos, estaban divididos en dos sexos y su avanzada civilización habría dado origen a las conocidas por nosotros. Sin embargo, al igual que Lemuria, su sociedad fue destruida por diversos cataclismos. 
Según los teósofos*, las razas sexta y séptima que nos seguirán serán de nuevo más etéreas*.
*Persona que profesa la teosofía.
Teosofia: Denominación que se da a diversas doctrinas religiosas y místicas, que creen estar iluminadas por la divinidad e íntimamente unidas con ella.
*Etérea: Perteneciente o relativo al cielo.


08. Testimonios.


La Atlántida según Platón:

La única descripción de la Atlántida que nos ha legado la antigüedad es obra del filósofo griego Platón, y data de 347 ac. Pero ni siquiera Platón es un testigo de primera mano; el filósofo no hizo más que repetir los relatos escritos por un viajero ateniense, Solón, quien a su vez repetía lo que había oído contar a los sacerdotes egipcios. La historia relatada por Platón indica que la Atlántida era una gran nación, pero que entró en un período de decadencia; su pueblo, entonces, cayó en abominables formas de corrupción y se mereció así un terrible castigo. "En un día y una noche", la isla entera, de 560 kilómetros de anchura, fue destruida por una catástrofe de gran magnitud. La isla fue destrozada por una explosión volcánica a la que siguió un maremoto de tal suerte que en veinticuatro horas desapareció bajo el mar.
Platón, el filósofo griego que escribiría los relatos acerca de la Atlántida, situándola 9000 años ac.

Otros testimonios sobre la existencia del continente hundido: 

Es asombrosa la cantidad de personajes célebres que aseguran que esa civilización remota realmente tuvo lugar. 

César Luis de Montalbán, explorador y viajero incansable, que profundizó como pocos en la historia y leyendas de Asia y América, fue uno de ellos. Durante uno de sus viajes a Egipto, Montalbán convivió con sacerdotes del alto Nilo, quienes le confesaron ser descendientes de los atlantes, y que éstos llevaron a Egipto todos los conocimientos y logros de su civilización. Tal afirmación coincide con el texto de un rollo de papiro que se conserva en el Museo de San Petersburgo, escrito durante el reinado del faraón Sent, de la II dinastía, donde se explican las investigaciones ordenadas por el monarca y llevadas a cabo por una expedición en busca de la Atlántida, por considerarla la tierra de sus antepasados.
En los Andes Orientales, Montalbán entró en contacto con el más alto sacerdote, el "Pistaco" de aquellos territorios, perteneciente a una dinastía inmemorial que conservaba la historia de su estirpe y las más ocultas tradiciones de su pueblo. El enigmático personaje, al escuchar del viajero una alusión a Jesús, replicó: "Es mi dios; el dios de mis padres encamado en el culto atlante del habitante del templo transparente”. Y Orellana, en Venezuela, vio en manos de los aborígenes unos mapas donde aparecía, perfectamente situado el continente de la Atlántida, de donde aseguraron provenir.
Por otra parte, en la "Historia Universal" de Dextro, libro famoso entre todos los libros perdidos, prohibidos y condenados, se encontraba - al parecer- la relación completa de todos los monarcas atlantes que hubo en España, quienes dieron pobladores a Irlanda, Escocia, Inglaterra y América, y enviaron colonias a Asia y África, proporcionando también reyes a los celtas y troyanos. Sin embargo, esta joya bibliográfica desapareció misteriosamente, siendo sustituída por la más conveniente "Historia" de Flavio Lucio, la cual, desde entonces, se tuvo por la auténtica historia de Dextro.
Mario Roso de Luna, ilustre astrónomo y escritor extremeño, publicó en 1904 un primer estudio sobre la escritura ógnica en Extremadura, defendiendo la hipótesis de la existencia de atlantes en esta tierra. Paul Schliemann, un nieto del arqueólogo descubridor de Troya, Heinrich Schliemann, publicó un artículo llamado "Cómo encontré la perdida Atlántida, fuente de toda civilización", aunque muchos pensaron que todo era mentira y sólo quería aprovecharse de la fama de su abuelo.


09. Conclusiones: ¿Leyenda o realidad?


Según se dice, la Atlántida, era una tierra abundante en recursos naturales, con una vegetación exuberante y la existencia de valiosos yacimientos minerales, entre ellos los de plata y de oro. La gente que habitaba la Atlántida, era pueblo gozaba de un alto nivel científico y cultural. En el centro mismo la altlántida, sobre la cima de una pequeña colina, se levantaban un palacio y un templo, en tomo a los cuales se extendía la gran ciudad, que medía 19 kilómetros de largo. Alrededor de la colina, un amplio canal permitía el paso de barcos de vela. Alrededor de la ciudad, otras vías de agua formaban círculos concéntricos; el canal que rodeaba la ciudadela se comunicaba con el mar abierto a través de un sistema de muelles y puertos, que exportaban los valiosos productos del país a todo el mundo conocido entonces. 



 


Puede que Platón en sus Diálogos no hiciera más que relatar una verdad histórica y no una leyenda de la antigüedad: ya existen innumerables indicios de que la Atlántida o Atlantis existió, de hecho, hasta lo más probable sea la hipótesis actual la más acertada, dado que lo que en aquella época se consideraba una ciudad gigantesca, como Atenas, a aquellas cuya población rondaría en torno a 8-10.000 habitantes no esclavos como mucho, por lo que tampoco iba a ser tan grande como un continente. También, hay que tener en cuenta que en aquella época, el Atlántico era un océano solo conocido realmente cerca de las costas, dado los tipos de embarcaciones de la época; por lo que su localización debería estar en torno al Mediterráneo o los estrechos. Por último, pruebas sólidas son la presencia de las estructuras descritas bajo los sedimentos del Guadalquivir, en la actual Doñana, situación que es probable, dado que fuese cierta su antigüedad, su civilización habría comenzado cerca del agua dulce, como Mesopotamia o Egipto.
Podemos afirmar que la existencia de la Atlántida es una realidad prácticamente palpable; no obstante, lo que aún no está del todo claro es hasta qué punto es acertada la explicación de su hundimiento, ya que en este terreno nos movemos en el campo de lo hipotético y que no podemos comprobar.


10. Bibliografía.

Historia Secreta de la AtlántidaLa Atlántida, la isla perdida de Platón, podría estar en España | Correo de las Culturas del MundoInicio « La Atlántida de Platón. La Atlántida Científica. « Blogs de HOY
UBICACION ATLANTIDA, mapas existencia Google Earth, Platon, hipotesis, galeria
http://encuadra.blogspot.com/2008/05/muchos-de-ustedes-habrn-odo-hablar.html 

http://www.laatlantida.cl/
http://deihadarrak.blogcindario.com/2005/05/00058-atlantis.html
http://theunamed.forospanish.com/t515-monografico-la-atlantida
Libro: El Laberinto de la Atlántida

Enciclopedia Larousse
http://www.vidasdefuego.com/a-civilizacion-atlantida.htm
Trabajo realizado por:
Rafael Checa Vioque
Ana Lobato Miranda
Mª Dolores Nieto Palacios

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